- ¡Basta de soledades del alma!, ¡ya está!, todo se ha dicho. Que caye el corazón que aturde a la razón, que deje de manipular esta suerte de inspiración. ¡Aléjate de mí, espíritu que amé!, es hora de irse. Es hora, y se hace tarde. ¡Basta de soledades del alma! Estamos bien así.

- 26 de Octubre: 2 años y 11 meses con el chico que supo cómo hacer que lo ame con todas mis fuerzas.

Siempre había soñado con un cielo cubierto de estrellas inspirado sólo para mí.
Desde ayer caí en la cuenta que algunos sueños sí se hacen realidad, al menos es lo que puedo ver a través de tu mirada oscura y linda. Tu voz hace, como nadie lo ha hecho jamás, que se produzca sobre mí, una especie de tranquilizante en los momentos más angustiantes de mis habituales días. Me sereno con sólo oír tu respiro, siento que estoy viva al percibir tu aliento pegado a mi piel y con cada beso que me regalás, una vida nueva ocupa el lugar de la que tengo. Me das vida plena con tu amor, sos la gota de rocío con la que sueño cada noche, la gota que moja mis labios y me sacia la sed. Sos mi sueño eterno, el sueño tranquilo que anhelo cada vez que vuelvo a despertar. Tu risa es música para mi alma y tus pequeñas curvas al rededor de tu boca, comienzan a trazar un camino largo y duradero (en mi vida)... Nada termina cuando estamos juntos, y sin embargo siento que se muere el día sólo cuando vos te vas. Perdoname cada vez que no soy lo demasiado buena para vos. Te merecés todo lo mejor de mí, por eso no me cuesta recordarte a cada segundo todo lo que te amo. Sos lo que mejor me pudo haber pasado en la vida. Te regalo cada una de mis caricias, morocho mío, porque te considero la persona más importante de mi vida entera. Sos la que más feliz me hace: te amo para siempre, y aunque supuestamente nada dura en esta vida, yo creo, con toda seguridad, que al menos dentro de mi corazón, estarás asegurado por el resto de la eternidad.

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Vivamos, Lesbia mía, y amémonos, y todas las murmuraciones de los viejos que se las dan de severos, estimémoslas en un solo as. El sol puede morir y renacer; pero a nosotros, cuando una vez ha muerto la breve luz de la vida, preciso nos es dormir toda una noche eterna. Dame mil besos y luego ciento; luego otra vez mil y por segunda vez ciento. Después cuando hayamos acumulado muchos millares, los perderemos de cuenta para que nosotros mismos no sepamos cuántos son y para que ningún envidioso pueda causarnos mal sabiendo que han dado tantísimos besos.


Catulo.